Reseña: Para Dos Pianos

¿Cómo hacerle justicia a una obra sobre uno de los grandes cuentistas de nuestra provincia y país a través de un texto? ¿Cómo ordenar las palabras y compensar la historia?

A comienzos de octubre, en nuestra ciudad, más específicamente en el Teatro La Kanoa de Papel, tuvieron lugar las tres primeras funciones de “Para Dos Pianos”, obra del grupo El Pasillo Teatro. Con la dirección de Diego Avallone y la narractuación de Paulina Carreño (a los que se suman al equipo de producción Hulda Estrabou, Aníbal Estrabou, Rubi Garcerón, Jimena Vera Psaró y Antonella Sánchez Maltese).

Para Dos Pianos consiste en abordar la obra literaria de Daniel Moyano, uno de los escritores por los que nuestra provincia pone el pecho en alto y se enorgullece de destacar debido a cómo su obra la representa ante el mundo.

Riojano por adopción, protagoniza de manera fantasmagórica, alusiva y homenajeada la obra interpretada por Paulina Carreño, quien ya nos trajo representaciones de éste estilo -que, teniendo en cuenta la variedad de propuestas de éste género en particular (teatrales/literarias) en nuestra provincia, casi podemos decir que le pertenece-. Años anteriores, Paulina protagonizaría “Unos duraznos blancos y muy dulces” (2012), “Mujeres, amor y misterio” (2014) y “Cuentos a la carta” (2017), siendo el fin de semana pasado la segunda vez que elige a Daniel como su musa.

En Para Dos Pianos podemos encontrar la vida y obra del escritor, intercaladas de una forma muy eficiente, pues los cuentos seleccionados funcionan a modo de escenas que se aglutinan entre comentarios biográficos y precisos que nos ayudan a entrar y salir de los cuentos con facilidad.

La obra arranca contándonos sobre Daniel y su pareja Irma, una suerte de amor clandestino que más de una vez hemos visto representada en historias clásicas de ficción, de esas que hemos internalizado tanto hasta despegarnos de su asombro pero que aquí nos enternece saber que lejos de la ficción, esas historias románticas han ocurrido. También nos acercamos a los inicios de Daniel y las frustraciones que lo acompañaron en su carrera.

Los libros seleccionados para levantar la obra son “Un Sudaca en la Corte” y “Un Silencio de Corchea”, del cual se desprende la primera anécdota sobre un concierto que Daniel tuvo que dar lejos de la capital riojana compitiendo en audiencia contra un partido de fútbol que le llevaba la ventaja. Recuerdo haber leído este cuento hace unos años cuando cursaba la cátedra de Expresión Oral y Escrita con Marisa Piehl.

Uno de los cuentos que más recuerdo es el cuento del espectador inmóvil, el mismo con el que la obra elige empezar. Al finalizar este cuento, Paulina deja a la libre interpretación sobre qué o quién era ese espectador inmóvil presenciando el concierto de Daniel en lugar de ver el partido, pero al menos a mí, que conocía el desenlace de esta historia, me pareció algo muy acertado dejar el misterio en los ojos del espectador.

En la obra, la música cobra un papel ambientador; las piezas clásicas a las que constantemente hace referencia Moyano en sus anécdotas se hacen presentes invocando la nostalgia, invitando a cerrar los ojos y viajar en el tiempo. Además, la inserción de pequeños audios y sonidos funcionan como pinceladas que terminan los detalles.

Otro cuento que se presenta es el del tucumano con tic nervioso, la posterior humillación de Beethoven y todas las condiciones para un concierto en el infierno. Si bien, el texto en Paulina le hace peso y resistencia, ella consigue domarlo con la naturalidad y delicadeza que el género de la obra le permite.

La representación sigue su curso; nos cuenta la repetición de las viejas hechas música y el vals “Gota de Lluvia” que cambió a Nemesio. La nostalgia se apodera cada vez más de la dirección narrativa, ya no estamos en las anécdotas de carcajadas, empezamos a conmovernos. Es en este desenvolvimiento de humores que Para Dos Pianos introduce el cuento de la pareja y los 9 hijos, quienes, con la imposibilidad de distribuir un porvenir de manera equitativa, nos genera un nudo en la garganta al considerar que, aunque lo que vemos ante nosotros son registros del tiempo en forma de anécdotas, este cuento en particular puede tocarnos más de cerca de lo que quisiéramos, componiendo una sensación conmovedora y triste al mismo tiempo.

Hacia el final, el ánimo vuelve a subir (otro detalle en cuanto a la distribución y orden de los cuentos seleccionados) con la jocosa anécdota de Daniel y su familia en la ocasión del premio Cervantes y, más protagonista que él, el traje tornasolado. Ya en un discurso más personal y biográfico la obra termina con el final de un piano familiar en la casa de los Moyano, el cual pereció y fue consumido por “el más terrible de los virus: el silencio”.

Para Dos Pianos parte de una premisa muy clara: dar a conocer y revalorizar el legado de nuestros autores como ser en este caso, Moyano. El formato es coherente con este acercamiento a la literatura: los colores del cartón, la máquina de escribir, los libros desparramados y el vestuario austero acompañan al contenido del texto; mientras la estética visual se luce desde la sencillez, el drama lo hace a través de la sorpresa y la aventura que se esconde en lo trivial.

Me parece importante  destacar la participación del público, logrando llenar La Kanoa de Papel en los tres días de funciones que hubo. Quiero pensar que obras como Para Dos Pianos son las que alentarán al público a visitar más las salas y llenar de aplausos las funciones que puedan aparecer en nuestra ciudad; y más ahora cuando organismos nacionales como el Instituto Nacional del Teatro están en estado de emergencia. Habrá que resistir en la compañía mutua y no dejar que nos desintegre el virus del silencio.

Por: Emmanuel Cabeza
Fotos: Antonella Sanchez Maltese

*Agradecemos infinitamente a La Kanoa de Papel y El Pasillo Teatro por hacer posible esta reseña.

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